Un lubricante social

Un juego de mesa puede ser la máxima expresión de la intrascendencia. Se puede jugar para resucitar horas muertas, para llenar minutos vacíos, jugar como último recurso en un día de lluvia. Se puede utilizar el juego como una actividad frívola o marginal, esa opción que acabas escogiendo cuando todas las demás ya han caído y no queda más remedio. La verdad, sin embargo, es que el juego es una herramienta poderosa para la transformación social, que puede cohesionar grupos de jóvenes que no se conocen en un barrio conflictivo, que puede reforzar un vínculo frágil entre una madre y un hijo o puede ser el mejor ejemplo del retorno a la vida normalizada para aquellos que han pasado calvarios debidos a adicciones, trastornos o discapacidades.

De los barrios a las aulas: psicología y juego

Núria Guzmán hace años que vive en Almería. Es psicóloga de formación y estableció su consulta en el barrio de Los Ángeles. Es uno de los barrios periféricos de la ciudad, y junto con otros barrios como El Puche o La Chanca tienen las tasas de paro más elevadas de Almería. Con este contexto, Núria entendió que pocas familias del barrio podrían pagar sus servicios, así que decidió hacer un taller de juegos cada viernes por la tarde en colaboración con la asociación de vecinos La Palmera para poder ver el comportamiento de aquellos niños con algunos déficits relacionales que tenían familias incapacitadas para acudir a su consulta. "Para quien puede pagarlo es un servicio útil, pero que no tiene para comer nunca pagará un servicio así. Pero a través del juego se pueden ver muchas cosas: como un niño se relaciona con los demás, si es disruptivo o no, si tiene capacidad de concentración, si sabe ganar y perder, si sabe negociar, planificar..."

El taller comenzó con 13 niños, y el objetivo de Núria era analizar a través de su comportamiento durante el juego los déficits emocionales o sociales de cada niño. Después de esta experiencia en Los Ángeles el taller prosperó y empezaron a tener llamadas de otros ayuntamientos. Un día vio que había una relación muy concreta entre los juegos y la estimulación cognitiva. "Hay juegos que trabajan áreas cognitivas concretas. El Ubongo trabaja el área espacial. Es una especie de Tetris. El Tamtrix, el Mudanzas o el Calisto son otros juegos que consisten en encajar formas geométricas, construcciones que trabajan el área espacial, directamente relacionada con el razonamiento y también muy directamente relacionada con el lenguaje, y esta estimulación es muy positiva, por ejemplo, para niños con dislexia ". A partir de esta certeza empezó a buscar juegos que estimularan el cerebro en áreas concretas, como la fluidez, flexibilidad, control de impulso, memoria, atención... Y copiaran los procesos neuronales de los tratamientos de intervención de la psicología clásica .

 

El objetivo es que los niños mejoren y desarrollen sus capacidades cognitivas, pero sobre todo es un recurso que mejora la habilidad social y emocional a partir del disfrute que da el juego, consiguiendo así un desarrollo integral. Cuando estamos disfrutando de una actividad y estamos motivados el cerebro genera dopamina, una sustancia que es la base de la atención cerebral y que por lo tanto mejora ostensiblemente el rendimiento. Según explica Nuria, si un niño con dificultades escolares ya lleva normalmente más trabajo en casa, cuando después de la jornada lectiva debe hacer reforzamiento sentado en una silla con un papel y un lápiz - actividad que el niño relacionará con los deberes - el nivel de atención y concentración será más bajo y los resultados menos fiables. La asociación AFIM21 (Atención, Familia, Infancia y Mayores) que constituyó Nuria ha conseguido que la Junta de Andalucía apruebe por inspección educativa uno de sus programas llevado a cabo en la escuela Sylvain de Anjou, en la ciudad de Vícar , que consiste en dedicar los 10 primeros minutos de docencia cada día a jugar ya incorporar una hora a la semana de juego dentro del horario lectivo, para mejorar el rendimiento y motivación de los niños e incrementar los niveles de dopamina con juegos rápidos y eléctricos como el Fantasma Blitz, el Jungle Speed ​​o el Ubongo.

Después de 2 años y de aquél inicio en un taller con 13 niños, hoy día ya son más de 500 los que han podido beneficiarse de la utilidad del juego para la sociabilización y la estabilidad emocional.

El armario de juegos que nadie mira

Arantxa Suárez cumplió 24 años hace pocas semanas. Ya hace uno y medio que se independizó de sus padres gracias a un trabajo de auxiliar en prácticas en el Equipamiento Integral Meridiana. A pesar de su título de integradora social, su tarea de auxiliar en el centro es muy flexible, y en un mismo día se puede ver haciendo de enfermera o de educadora social según lo requiera la situación. Los usuarios del centro son homeless, personas sin techo que tienen en el centro un espacio donde hacer las comidas diarias y seguir los hábitos mínimos de higiene. La única condición para acceder al centro es respetar las normas. Es un servicio de la Generalitat catalana subcontratado a la empresa Clece, que pertenece al grupo ACS presidido por Florentino Pérez.

"La idea es que los usuarios estén un año en nuestro centro y durante este periodo puedan hacer un proceso para ser autónomos y poder vivir solos. La mayoría no lo consiguen, la mayoría vienen aquí derivados de otras fundaciones de asistencia. De hecho muchos acaban haciendo una ruta por todos los centros de Barcelona "explica Arantxa. En la sala de televisión del centro hay un armario lleno de juegos de mesa, que llama la atención a pocos usuarios. Cada día hay un espacio de juego, pero ahora mismo sólo 3 de los 40 usuarios se animan a hacer una partida de Rummikub, el resto prefiere la pasividad de la televisión o dedicar tiempo a otras actividades. Arantxa explica que la mala respuesta de los usuarios en el espacio de juegos es preocupante, ya que el hecho de jugar es un pasaporte de vuelta a la rueda de la cotidianidad para todos aquellos usuarios que salen de un trastorno o una adicción grave. Además, jugar facilita la convivencia y actúa a modo de lubricante social para las personas que viven en el centro. Los trabajadores quieren que la participación a todos los talleres organizados mejore, y que el espacio de juego se vaya haciendo un espacio en la vida del centro, donde los talleres no son obligatorios y los esfuerzos se centran en los hábitos básicos de higiene y alimentación.

Jugar para reforzar el vínculo y minimizar el riesgo

Núria Capdevila siempre está preparada. Es la responsable del espacio maternoinfantil de la Asociación Intress. El objetivo del espacio es reducir las situaciones de riesgo a las que se ven expuestas madres con una estructura familiar frágil o directamente desestructurada. Al materno (jerga de los trabajadores) vienen las madres con sus hijos - en cinco años que lleva en el trabajo Nuria sólo ha tenido un usuario masculino- y sus bebés, que cuentan aún su vida por meses aunque la ratio oficial es de 0 a 3 años. De lunes a viernes cada mañana, con una estancia que va de los seis meses a los doce.

Núria ha estudiado educación social y dos masters, y ahora que está cursando el tercero combina su trabajo en el materno con el de asesora de la fundación Pere Tarrés, todo  con sólo 28 años y rechazando otras ofertas de trabajo. Con los crocs y la bata que utiliza en el trabajo todo impresiona menos y da al espacio un cierto aire de guardería: un despacho inicial en la entrada y una sala amplia con diferentes espacio de juego y juguetes repartidos por la habitación que también tiene una pequeña cocina y un aseo. Hay juguetes de plástico que se pueden comprar en cualquier tienda, pero también juegos hechos a partir de material reciclado como botellas vacías, cápsulas de café o recortes de periódico. Hoy es lunes y toca taller musical. To play.

Hoy hay un poco de diáspora por motivos diversos (niños con fiebre, visitas al médico, vacunas, principio de curso y pocas madres...) y sólo habrá dos niños y dos madres. Curiosamente, entre las dos madres que vienen hoy, Mari Cruz y el Angy, hay una diferencia de 30 años, una anomalía teniendo en cuenta que el perfil de las madres derivadas al materno suelen tener menos de 20 años. "Nosotros usamos el juego para reforzar el vínculo entre la madre y el hijo. El trabajamos cada día de diferentes maneras: desde juego dirigido por las educadoras hasta el juego autónomo, pasando por juego heurístico y juego simbólico... Las madres en situaciones de riesgo o que han sufrido infancias duras no saben jugar, y aquí es donde entra nuestro papel ". De ahí que la pedagogía lúdica es uno de los puntos vertebradores del trabajo de los educadores en el materno, ya que la anticipación a las acciones del niño o las ansias de que ejecute los juegos de manera correcta (en lugar de dejar que el niño encuentre el su propio camino para descubrirlo) son inercias habituales en el comportamiento de las madres y los padres, dentro o fuera de situaciones de riesgo.

Estos son sólo tres ejemplos en tres espacios diferentes con objetivos diferentes donde el juego es una herramienta poderosa que puede servir para decantar la balanza en muchos momentos, que tiene un papel decisivo entre las relaciones humanas derivadas de los contextos más animales, como la convivencia o la maternidad. Existen multitud de entidades del tercer sector que utilizan el juego como eje vertebrador de su tarea ejecutiva con resultados cada vez más satisfactorios. Núria Guzmán está a la espera de comenzar un proyecto de investigación universitaria donde se pueda corroborar la validez de los juegos de mesa como sustituto de los métodos clásicos de diagnóstico cognitiva. Arantxa seguirá trabajando para que el armario de juegos no quede olvidado y sus usuarios puedan beneficiarse de su efecto inequívoco como lubricante social. Núria Capdevila sigue buscando la manera de retornar a sus madres jóvenes las rutinas de juego que nunca tuvieron durante su infancia. Sólo son tres ejemplos, tres gotas de agua en el océano infinito de posibilidades que brinda el juego para ser una herramienta de transformación social.

Texto: Oriol Soler

Fotografías: Albert Gomis

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