La última partida del 2015

Cinco recursos naturales, piedras, ovejas, arcilla, madera y maíz, distribuidos en diecinueve parcelas hexagonales que se pueden colocar aleatoriamente por el tablero. Con esta premisa sencilla nació en 1995 “Los colonos de Catan”, que va camino de ser un clásico de los juegos de estrategia y ya ha vendido más de veinte millones de copias desde su lanzamiento. Los jugadores deben formar la colonia más exitosa de la isla inventada de Catan, un objetivo que requiere tacticismo, competitividad, habilidad, agresividad de negociación y una buena gestión de recursos escasos. Esta combinación de competencias ha llamado la atención de los grandes bancos de inversión de Wall Street, como JP Morgan o Morgan Stanley, que incluyen una partida al Catan en las entrevistas de selección de personal. La antesala del voraz y mitificado mundo de los negocios.

Aunque más allá de las nuevas maniobras de los departamentos de recursos humanos de Wall Street, el éxito del Catan es muy relevante por otro motivo. Es el primer juego de estilo alemán, también conocidos como Eurogames, que arrasa en el mercado global. Traducido ya a más de treinta lenguas, se ha consolidado como ‘best-seller’ y ha servido como impulso de otros juegos de la misma familia. Los Eurogames son juegos de estrategia caracterizados por su buen diseño, intelectualmente exigentes y con unas reglas no demasiado complicadas.

La historia de Klaus Teuber, el creador del Catan, es de esas con alma hollywoodiense. Teuber era un técnico dental infeliz que trabajaba en unos laboratorios de la ciudad industrial de Darmstadt, en Alemania. Creaba, literalmente, juegos de mesa en el garaje de su casa. Pese a ganar en tres ocasiones el prestigioso premio “Spiel des Jahres” (Juego del Año), que busca premiar “la excelencia en el diseño de juegos y promover los de más calidad para el mercado alemán” y supone un estímulo comercial importante, los juegos no le permitían dedicarse exclusivamente. En 1995, con el Catan, recibió su cuarto “Spiel des Jahres” y, paralelamente, experimentó un crecimiento de ventas inimaginable. Primero en Alemania y posteriormente en todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos. De hecho, en España se calcula que se han vendido cerca de un millón de ejemplares de “Los colonos de Catan”.

Solo cuatro años más tarde, en 1999, Klaus Teuber pudo dejar el trabajo en el laboratorio dental y centrarse en la creación de juegos de mesa. Su mujer y dos de sus tres hijos también trabajan en el ‘mundo Catan’. En el conocido documental “Going Cardboard”, sobre la adopción de juegos de mesa de estilo germánico en Estados Unidos, Teuber reconoce estar aún descolocado  por el nivel de éxito de su creación, “inimaginable”, dice, “solo creaba juegos para evadirme, crear mi propio mundo que me alejara de los problemas del trabajo”.

Cuando se celebran convenciones de juegos, Klaus Teuber es recibido como una estrella de rock, entre los gritos, los abrazos y las fotografías de los aficionados al Catan. Tímido y con media sonrisa firma las cajas, los autógrafos y aguanta los flashes. Está orgulloso de la faceta social del juego. En agosto de 2013, novecientas veintidós personas batieron un record Guiness, por la cantidad de gente jugando a la vez a un juego de mesa, al reunirse en un archipiélago del Pacifico a jugar al Catan: “El Catan abrió la puerta pata que los consumidores reconsideraran los juegos de mesa como una experiencia de juego social”, saca pecho Teuber.

Klaus Teuber en 1995

 

Edgar Rovira es un politólogo ejerciendo en el mundo de la comunicación política. Además, es uno de los editores de Cercle Gerrymandering, una página web de análisis político. El término gerrymandering es poco utilizado en los medios de comunicación tradicionales de nuestro país, pero se refiere a un concepto muy fácil de entender y que nos es familiar: acción de manipular distritos electorales para obtener ventajas electorales. Para Edgar, la tarea principal de quien gobierna es “la gestión de unos recursos limitados en un escenario con múltiples actores e intereses”. Una definición que perfectamente podría encajar en cualquier manual de juego de estrategia, como el Catan. De hecho, las alusiones a los juegos para referirse a cuestiones de la vida política son constantes: : “Solo soy un peón en una partida de ajedrez” (Santiago Vidal, 14/10/2014); “La partida de Catalunya y España se juega en Europa y el mundo” (Artur Mas, 25/11/2015 en Catalunya Ràdio); “Es fascinante la capacidad de Ciutadans de situarse en cualquier parte del tablero político” (Pablo Iglesias, 20/11/2015 en La Tuerka).

En el ámbito más académico, uno de los campos de investigación en la ciencia política y la economía es la conocida ‘Teoría de Juegos’, de John Nash, sobre el estudio de las decisiones. En pocas palabras, la teoría analiza las situaciones en que más de un individuo busca tener éxito, pero a la vez debe tener en cuenta que harán el resto de competidores. Es evidente, entonces, que los juegos de estrategia y la política comparten rasgos básicos pese a que no exista una vinculación plenamente consciente. Para Xavier Peytibi, consultor político en Ideograma e impulsor de iniciativas como beers&politics, la estrategia siempre interviene en la política, con más o menos acierto, pero es “indispensable” para ejercer la comunicación política. Rovira y Peytibi pertenecen al mundo de los llamados ‘spin doctors’, asesores de altos cargos, sobre todo políticos, que en los últimos añosha despertado una notable atención mediática: desde series como The West Wing, House of Cards o Borgen, hasta el programa de Toni Aira en Catalunya Ràdio. Se vincula el alto grado de profesionalización de los spin doctors con la presidencia de Richard Nixon en Estados Unidos, a finales de los sesenta, a raíz de los avances técnicos de la televisión, la multiplicación de medios de comunicación y el aumento de periodistas acreditados en la Casa Blanca.

Discursos milimétricos, como el de Barack Obama al recibir el Nobel de la Paz en 2009, o la evidencia de que las formaciones políticas trabajan con amplios estudios sociológicos para modelar su mensaje electoral, han contribuido al descrédito de la política por su excesiva marketingización. “La profesionalización es cada vez más alta, obviamente, pero no lo es tanto o no lo es siempre”, reflexiona Xavier Peytibi, que reconoce las dificultades de asesorar a formaciones políticas: “En campaña electoral normalmente nos topamos con una dicotomía: cómo aprovechar lo que algunas personas saben de su propio partido con los conocimientos de comunicación y estrategia que los externos les podemos ofrecer”. Edgar Rovira refuerza la desmitificación de la comunicación política: “Esta percepción que todo está medido hasta el último detalle es errónea. Hay mucha improvisación, mucho cambio de última hora que casi nunca está motivado por el análisis de datos. Que más querríamos…En general, cuando se prepara una estrategia, los políticos cometen el error de no mirar los datos, o no hacerlo con tanto detalle como haría falta”.

Otra crítica recurrente de la sociedad, también emitida desde los medios de comunicación, es la baja calidad de las campañas electorales, con una falta de propuestas concretas y un discurso basado en el ataque al oponente. Sin ir más lejos, el pasado sábado 28 de noviembre, El Mundo titulaba su editorial Los ciudadanos merecen una campaña con propuestas y sin frivolidades y señalaba que “saturar al elector, hasta confundirlo con un mero espectador de un interminable bucle de variedades, que no contribuye ni a dignificar las campañas ni a ofrecer la información que necesita el ciudadano para decidir el voto”. Xavier Peytibi atribuye el nivel de las campañas a las prisas, al resumen constante en diez grandes ideas, la frase de treinta segundos o el tweet que alguien pueda leer: “Nos movemos en un mundo cada vez más mediatizado y rápido, en el que nos llegan muchas informaciones que no consiguen impactar a la ciudadanía, ya acostumbrada a estos mensajes continuos”. Para Edgar Rovira resulta paradójico que los propios medios se quejen cuando son ellos los causantes: “Sus mensajes buscan la brevedad y el impacto, pero eso no quiere decir que las campañas sean de poca calidad. En todo caso, la cobertura mediática de éstas lo es”.

Las elecciones generales: la última partida del 2015

Rajoy ha comentado un partido del Real Madrid en la radio (colleja a su hijo incluida), el mismo Rajoy y Pedro Sánchez han comido en casa de Bertín Osborne, Albert Rivera ha conducido karts con Pablo Motos y ha visitado el plató de María Teresa Campos, mientras que Soraya Sáenz de Santamaría ha volado en globo aerostático con Jesús Calleja. Todo eso en solo los diez días anteriores al teórico inicio de campaña. Sobreexposición  arriesgada. A programas del corazón, de deporte, de aventuras…Conscientes de estar delante de los comicios más igualados de la historia de España, todos los partidos se han lanzado a la batalla mediática. Con una excepción conocida, la negativa de Mariano Rajoy a participar en el debate de El País, donde no asistió ningún representante del PP, ni al de Atresmedia, donde será la vicepresidenta quien ocupe su sitio. Tampoco Pedro Sánchez quiso que le entrevistara Ana Pastor en ‘El Objetivo’. “Los partidos de la nueva política buscan la exposición máxima, mientras que el PP y el PSOE seleccionan, convencidos de que no toda les favorece. Les conviene un escenario donde parezca que los únicos con posibilidades reales de ganar son ellos”, reflexiona Edgar Rovira. El editor de Gerrymanderings concibe las Generales como una lucha por el centro electoral entre el PP, que vende “experiencia y trabajo hecho”, el PSOE, “como la alternativa de izquierdas con experiencia”, y Ciudadanos, “que pretende ganar el relato de la nueva política sin asustar a los moderados”. En cuanto a Podemos, sostiene Rovira, “parece que se tendrá que conformar en expandir al máximo el espacio de izquierdas desde IU hasta desencantados del PSOE”.

En Catalunya, la negativa de la CUP a investir a Artur Mas después del debate de Manresa ha puesto en evidencia la complejidad de la negociación para tirar adelante el procés de desconexión con el Estado. No tan solo en el nombre del candidato a la presidencia, sino también en aspectos del programa como las privatizaciones. “Es difícil juzgar sin conocer las interioridades de la negociación, pero desde fuera parece que estemos delante del escenario previsible”, cree Edgar Rovira, a quien sorprende que se haya tratado a la CUP como un partido tradicional, ignorando las particularidades de su estructura y su manera de funcionar. También Francesc-Marc Álvaro, periodista y biógrafo de Jordi Pujol, criticó la estrategia “paternalista” de Convergència con la formación anticapitalista “pensando que les ablandarían”. En todo caso, negociación paralizada a la espera que alguien mueva ficha. Y no será hasta después de la partida de las Generales.

 

Debate entre Rivera, Sánchez e Iglesias / El País

JUEGOS NÍTIDAMENTE POLÍTICOS

El boom de la política provocado por la crisis económica, territorial y de representatividad que vive el Estado también ha afectado a los juegos de mesa. Sin demasiados recursos y a través de campañas de crowdfunding, han aparecido en el mercado nuevos pasatiempos, que a partir de la crítica satírica se han hecho un hueco en el mundo del juego.

D€mocracia está basado en “la marca España”, según dicen sus propios creadores, y cada jugador asume el rol de un político de renombre en una democracia bipartidista. El objetivo es llegar a ser Presidente del Gobierno sin tener que dimitir, no solo superando a la oposición sino también a los compañeros de formación, que tienen exactamente el mismo propósito. Para ser poderoso, se puede cambiar la línea editorial de un periódico, comprar jueces, hacer campañas para aumentar la popularidad o inaugurar infraestructuras. Tácticas transversales. Mentir, manipular, lo que haga falta para llegar a Moncloa. También se puede adoptar el papel de un partido minoritario para desgastar a las dos grandes formaciones y conseguir ser de los más votados.

Corruptopolis versa sobre la propia cultura de la corrupción en el Estado y sus múltiples casos: Gürtel, Bárcenas, Filesa, EREs de Andalucía, Malaya, Palau o Palma Arena. Lo ideó una joven de 22 años, estudiante de Diseño Industrial, y también utiliza el argumento sarcástico de la “marca España” para poner en valor su creación. Hasta el británico The Guardian se hizo eco de la aparición de D€mocracia i Corruptopolis.

La versión plenamente catalana es “La Puta i la Ramoneta”, un juego de cartas de ficción política. Hay tres jugadores: el independentista, que quiere sumar puntos para consumar la secesión; el españolista, que pretende restarle puntos a Catalunya; i el autonomista, que persigue el empate para que todo continúe igual. El objetivo de sus jóvenes creadores, la empresa Catalan Games, es “criticar la hipocresía de la política española”.

La Puta i la Ramoneta

Texto: Nacho González

Fotografías 3 y 4: El País y Catalan Games.

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