La casa de Jaume Subirana (Barcelona, 1963) está en obras. Nos sentamos en su estudio acompañados de sus dos hijas que trabajan en sus respectivos ordenadores, y quedamos rodeados de libros, carpetas con papeles y archivos varios. Jaume es filólogo, profesor universitario y tiene una larga trayectoria como autor y aglutinador (antólogo es la palabra precisa) de poesía. Hace años que recopila poemas por temáticas en Ara Llibres, el último es 50 poemes per a la revolta, con prólogo del diputado de la CUP David Fernández. La poesía en todas sus expresiones y prismas protagoniza una conversación salpicada de juego, letras y esencias de conceptos y disciplinas diferentes.
Empezamos por estos 50 poemes per a la revolta. ¿Cómo sale la idea de hacer antologías poéticas por tema?
Esto es una colección de la gente de Ara Llibres, que nosotros llamamos poesía temática. A mí me hace ilusión porque no es una editorial exclusiva de libros de poesía sino que hace de todo, y que tengan una colección de poesía responde mucho a la idea de poesía para gente que no es lectora habitual pero que cree que con los versos se puede decir de todo. Yo estoy muy contento de que lo hagan.
¿Cómo se pactan los temas?
El origen de todo es esto [saca un libro con poemas navideños] que hice para Proa. Ellos hicieron una colección de libros de bolsillo hace años que no funcionó del todo, pero el editor de entonces, Oriol Izquierdo, me pidió que hiciera esta antología. Yo me dedico a la poesía, compro muchos libros y leo mucho, y cuando viajaba por Francia o Inglaterra me daba mucha envidia el apartado de antologías, veía poesías sobre la guerra, los perros, sobre reír ... ¡Sobre cualquier cosa! Y siempre pensaba que sería genial hacerlo en catalán. El libro funcionó pero la colección terminó. Nuestra intención era hacer como un Bodas, Bautizos y Comuniones, partiendo de una experiencia propia. Yo tengo una carpeta con poemas de bodas y similares, porque la gente me pedía poemas para momentos así. "Oye, se ha muerto tal persona, me puedes decir cuál es el poema de Maragall que ...". Entonces yo ya tenía algo de recopilación, y pensé que se podían juntar y hacer un libro.
Poesía para momentos cotidianos pero a la vez especiales.
Sí, y vimos la oportunidad para hacer toda la cronología temporal, del nacimiento a la muerte. Contra lo que dice el tópico, la poesía está mucho más cerca de nosotros de lo que pensamos, y la gente, en momentos importantes de su vida (enamoramiento, nacimiento, boda, muerte), a pesar de no ser lectores de poesía, cuando quieren decir cosas importantes con palabras bien dichas recurre a ella. Y creo que es la mejor manera de reivindicar el género, resaltar esta idea de que nos gusta la poesía para los momentos importantes de nuestras vidas. Es una manera de hacer correr estos poemas (los hay mejores y peores, como en todas partes), buscar los mejores y juntarlos. Los de Ara Llibres me aceptaron el libro de bodas y el de funerales, y mientras hablábamos de la colección ellos sugirieron ampliar temas y hacerlo también de poemas de Navidad. Y es nuestro best -seller. La idea es muy buena y el título fue Poemes per llegir dalt de la cadira, que es como se leen. Y ya llevamos cuatro ediciones.
Parece que esto del verso parece un poco ramplón pero es evidente que la tradición sigue.
No creo que sea ramplón, en el caso de la Navidad hay dos tradiciones: los poemas de Navidad y villancicos (que muchos son poemas) y eso que ahora viene reforzado de las escuelas que son los versos de los niños pequeños. Algunos son típicos y ya nos los sabemos, pero es buena poesía, los autores son gente como Tomàs Garcés. Son momentos de acercamiento de la gente a la palabra en forma de juego con la lengua, y a mí siempre me ha hecho mucha gracia. Y son momentos que permiten abrir el abanico del público tradicional.
El tema de los poemas de revuelta es especialmente interesante. No solemos asociar la poesía a las revoluciones sociales, ¿qué vínculo tiene y qué papel han jugado los poemas a las grandes revoluciones?
Yo creo que la poesía se puede asociar con todo en la vida, en general. Algunas muy sofisticadas y otras menos, pero si pensamos en revolución o libertad, la gente junta dice cosas, llama eslóganes y canta canciones. Eso son palabras, no siempre poesías pero sí palabras. Jugamos con la actualidad con sentido muy amplio, y ahora es un buen momento para hablar de revueltas. Aquí hemos puesto la Internacional, la Marsellesa, els Segadors... Ya habíamos hecho un libro de poemas de la patria, pero queríamos plasmar la explicación en palabras de la lucha. Muchas expresiones periodísticas, por ejemplo, vienen de la literatura. O las imágenes de los poemas visuales de Joan Brossa que plasmaban que la literatura es un arma. Yo no sé hacer películas ni pegar tiros, pero creo que con las palabras se puede llegar muy lejos. Llega a más gente, dura más tiempo y se difunde y multiplica de forma más eficaz que una ley o un trompazo.
¿A nivel de metodología, cómo lo haces? Hay que leer mucha poesía, supongo.
Esto es la cocina interna. Hace muchos años que leo y escribo poesía, y tengo una buena colección de libros. Algunos temas son fáciles y evidentes y otros no tanto. En el caso de las villancicos todo consiste en ir sacando libros y buscar poemas de Navidad. También podríamos buscarlo en Google, cada cual tiene su método. También busco por autor, por ejemplo sé que Salvat-Papasseit escribió sobre la revuelta, y ya fui expresamente. Otra cosa que me resulta muy útil son las antologías temáticas, gente que ha hecho lo mismo pero en otras lenguas. Hemos alternado poesía traducida y poesía catalana.
La labor divulgativa supongo que tiene gran relevancia. Existe la perspectiva de aceptar que la poesía es un producto de minorías y la de que hay que trabajar para hacerla un producto de masas y bajarla del pedestal. ¿Qué opinión tienes?
Depende de qué entendamos por masas. Si entendemos por masas Barça o McDonalds, está claro que no. Creo que todo el mundo debe poder disfrutar de la poesía, y que no puede ser cosa de una minoría marginada que parece una secta. Para mí la poesía es muy importante, y en momentos determinados de mi vida me ha ayudado a poner palabras a las cosas para entenderlas. Yo creo que una de las gracias del arte es que esto lo hace compartible. Creo que debe de haber muchas más personas con las que compartir algunas sensaciones. La poesía es como la cerámica, el jazz o el vino, pide cierto entrenamiento, no es algo evidente ni inmediato. Gana y es mejor cuando ya has probado el género. Al igual que con el vino o el cine, cuanto más experimentas, más te adentras y mejor entiendes. Y en catalán hay una tradición poética extraordinaria, la poesía catalana del siglo XX es una especie de milagro, y yo siento que vendo algo que está bien. No la vendo porque sea la nuestra, sino porque realmente tiene un nivel altísimo.
¿Como autor, cómo vives escribir versos? Hay poetas que lo viven como un tormento, otros como un oficio más. ¿Cuál es tu caso?
Supongo que las dos cosas son ciertas y puede haber diferentes actitudes. He hecho muchas cosas relacionadas con la poesía durante mi vida, pero como mucho escribo 10 o 15 poemas al año, y para cada uno tardo una hora y media o dos horas. No ocupa mucho tiempo en mi vida, para mí es una práctica agradable que no fuerzo nada, si viviera de esto sería más angustiosa supongo, pero yo escribo cuando me apetece. Sufres en la medida que sufres cuando quieres que algo te salga bien pero te cuesta. Todos tenemos poemas no publicados, y los que publicamos llegan adonde llegan y ya está, a medida que te haces mayor lo vas aceptando. Mi experiencia poética es poco dramática, más bien agradable.
Has escrito libros sobre Catalunya y Barcelona. Son temas globales con muchos matices, ¿cómo se logra captar la esencia de dos conceptos tan grandes?
No sé cómo se hace en abstracto, se cómo intenté hacerlo yo. A veces hago cosas literarias y a veces cosas académicas. También he hecho cosas que están en la frontera, que es algo que me gusta mucho. Es el caso de estos dos libros. En el caso del libro de Catalunya nace de una conversación con Ernest Folch, que entonces estaba en La Magrana, y propusimos hacer un diccionario de Catalunya. Queríamos hacer las 100 entradas que resumieran qué es Catalunya. Hay cosas evidentes, como el Barça, Montserrat o el pan con tomate. Otras no son tan claras, por ejemplo en la E pusimos España y dejamos la página en blanco. Cada uno se lo tomó de una manera diferente, el caso es que hay un punto de autor. Intenté explicar Catalunya a partir de 100 ideas o conceptos. Buscaba los intangibles, que son los que normalmente nos ayudan a entender y acercarnos a un país o una cultura.
¿Hay algún momento que haya sido especialmente importante?
La Feria de Frankfurt en la que se invitó a la cultura catalana, una editorial alemana me pidió una antología de textos literarios para explicar la cultura catalana. Hice una selección de prosa: me inventé cinco o siete ideas y las revestí con textos de Pla, Sagarra, Ferrater ... Yo vengo de filología catalana y me he ido acercando a una mirada amplia sobre la cultura catalana y el papel que juega Barcelona. La idea de modernidad, de capital, de representación del territorio...
Barcelona también es escenario de literatura.
Sí, pero existe el tópico de decir que faltan novelas sobre Barcelona. No es la ciudad que ha sido escenario de más libros, hay algunas que son contexto de una historia muchas más veces.
¿Qué relevancia tiene el juego dentro de la concepción que tienes tú de la poesía?
No me atrevería a decir que la poesía es juego, pero creo que hay unos elementos que son similares a los del juego dentro de la poesía. Hay unas reglas, un material con el que juegas y un universo limitado, una reducción del mundo donde construyes i destruyes con más o menos habilidad. El juego añade otros elementos. De entrada, los otros jugadores, lo que en la literatura no pasa porque es un acto individual, cuando lees y cuando escribes. Pero sí hay este elemento que dice: vamos a ponernos todos de acuerdo con una serie de cosas. Pedrals, que escribe sonetos, está jugando y aceptando una serie de reglas que han aceptado muchísimas personas en los últimos 600 años. Esto llevado al extremo es el OULIPO, pero para mí es demasiado, no soy tan loco para autoimponerme tantas reglas. Lo encuentro curioso, pero en la literatura que me interesa la parte de la forma es importante, pero no lo es todo.
¿Aparte del juego con las palabras, también has jugado a otro tipo de juegos?
Con el juego no todo es literatura, yo he sido muy jugador de Scrabble, y allí no voy como escritor. Claro que existe la parte de las palabras, y las palabras son un tesoro para los escritores, a mí los diccionarios me encantan, es nuestra herramienta de trabajo. Y una palabra que no conoces quieres saber qué significa, existe esa preocupación etimológica. ¡Aún así, hay grandes jugadores de Scrabble que son matemáticos! Pero vaya, a mí me gusta mucho jugar al Eleusis también, y este tipo de juegos me encantan.
Por último, te pido que escojas una palabra.
Hay una que liga con buena parte de lo que hemos dicho, que es verso. En catalán tiene la gracia que significa muchas cosas diferentes, con una sola palabra abres mucho el abanico. El verso es un trozo de un poema, una parte muy humilde. Para mí la unidad es el poema y no el verso, pero todos recordamos versos concretos, porque algunos tienen una contundencia excepcional. El verso es el ladrillo de la poesía que sustenta la casa. Además hay esta ambivalencia, quiere decir "ir hacia…", y es una palabra que cuando la oyes no sabes muy bien a qué se refiere tu interlocutor. Es una palabra que transporta mucho sentido.
Texto: Oriol Soler
Fotografías: Albert Gomis