Carles Viñas (Barcelona, 1972) y Natxo Parra (Barcelona, 1981) han escrito un libro sobre un club de fútbol que sólo ha estado 7 años en la primera división alemana y que nunca ha ganado ningún título, pero que tiene ejércitos de seguidores en todo del mundo y un símbolo que ya es icónico: el de la calavera y las dos tibias cruzadas. Es el Sankt Pauli, referente mundial de la izquierda por su identidad de club antifascista, que lucha por los derechos humanos y que se esfuerza en mantener su vínculo con la comunidad y el barrio desde la grada pero también desde la directiva. Ni Carles ni Natxo son periodistas deportivos; el primero es doctorado en historia contemporánea y el segundo abogado laboralista. Nos encontramos con ellos en la terraza de la librería Laie y diseccionamos qué supone el St Pauli en el fútbol moderno, donde los horarios de los partidos se hacen pensando en las audiencias globales y el hiperconsumo. Los clubes han convertido empresas, los horarios están pensados para la televisión y las entradas valen un dineral. Es un fenómeno mundial, que también se evidencia en Catalunya: Qatar patrocina el Barça y el Espanyol es propiedad de un empresario chino, entre otras muchas cosas.
Situamos a quien no conozca el Sankt Pauli. ¿Por qué merece un libro este club?
Carles Viñas: Es un equipo alemán que juega actualmente en segunda división y que ha sido colista toda la temporada, y se ha salvado ahora el final.
Natxo Parra: ¡Sí, ahora ya van octavos!
C: Sí, ahora ya van sobrados... y además, matemáticamente salvados. Es un club que nunca ha ganado nada, un club deportivamente perdedor pero que tiene seguidores en todo el mundo. Millones de seguidores, y más de 500 peñas. Entonces nos queríamos explicar por qué sucede esto. Si eres el Bayern, el Arsenal o el Chelsea de acuerdo, entiendo que tengas millones de seguidores. Pero un equipo que sólo ha estado 7 años en primera, ¿por qué tiene tanta repercusión internacional y se ha convertido en un referente de la izquierda alternativa en todo el mundo? Además, no había ninguna obra ni en catalán ni en castellano que abordara el tema.
N: Aparte, porque lo conocemos. Somos seguidores desde hace años del club por su vertiente política y social, y evidentemente nos interesa. Como decía Carles, el punto de fricción es intentar entender —incluso para nosotros mismos— cómo podía ser que un club así tuviera tantos seguidores. En Alemania es el segundo equipo con más seguidores detrás del Bayern.
Un club de fútbol tiene unos objetivos determinados, normalmente centrados en el ámbito deportivo. ¿Cómo establece el St Pauli sus objetivos? Porque un club de fútbol tiene que pagar deudas, fichar jugadores para ser competitivo, pagar nóminas muy altas...
C: El tema es éste, discutir objetivos. Estamos hablando de un equipo profesional, con una estructura federativa con costes y dinero de por medio. Pero mientras los unos priorizan ganar, o jugar en Europa o no bajar a segunda división, los objetivos del St Pauli son diferentes. Básicamente prioriza mantener unos valores y un arraigo con la comunidad y el barrio. Si tienen ingresos, en vez de fichar jugadores de primer nivel, los destina a ayudar a los refugiados. O a instalar depósitos de agua en América Latina, por poner dos ejemplos.
N: El tema son las prioridades. Tú puedes priorizar el deporte y la competición o una concepción de los clubes y del fútbol diferente. El eje es que no existen muchos clubes de fútbol con esta visión alternativa, que estén arraigados en la comunidad y el barrio a pesar de ello entre en confrontación con los éxitos deportivos. Hoy en día se necesitan mucho dinero para comprar jugadores, hay que venderse a marcas publicitarias y hacer negocios con empresas de dudosa reputación democrática. El St Pauli ha apostado por la alternativa diferente a la mayoría de clubes de hoy en día.
Ahora el St Pauli es una rareza porque mantiene el arraigo en la comunidad y el barrio. ¿En qué momento eso pasó a ser un hecho diferencial? ¿Cuando se desentendieron los clubes de fútbol de los barrios y las ciudades que representan?
C: Es el proceso de comercialización del fútbol, que se inicia en los 80 y se consolida en los 90. El punto de inflexión es la Eurocopa que se juega en Inglaterra, donde varias empresas ven el potencial económico del fútbol y deciden sacar réditos económicos. Y aquí comienza la mercantilización que deriva en fútbol actual, lo que conocemos como fútbol moderno. Ahora se prioriza el consumidor y no el socio o el seguidor. Eso provoca desarraigo de los seguidores tradicionales, y hace que los que se mantengan fieles a este espíritu sean excepciones.
N: Es una línea paralela histórica con el resto del mundo. El cambio radical del fútbol acontece cuando cambia la concepción capitalista productivista, un capitalismo financiero que prima las deslocalizaciones. Con el fútbol pasa lo mismo, el consumidor o cliente es mucho más importante que el seguidor. El fútbol es un ámbito más de la vida social y está impregnado de todas las manías y las influencias de la sociedad actual.
De hecho, igual que la democracia cada vez está más lejos de los ciudadanos, el seguidor de fútbol cada vez está más lejos de su club, y todo pasa por una pantalla, donde no se puede intervenir.
C: El fútbol es social, la mejor metáfora para entender lo que pasa. La desafección política es equiparable a la desafección del club. O el alejamiento de los jugadores y los seguidores. Ahora los jugadores del Barça y sus aficionados han perdido del todo su vínculo.
N: El desarraigo político también está en los campos de fútbol. Mientras se van abriendo espacios políticos alejados de los grandes partidos y de las instituciones tradicionales, también se van creando nuevas maneras de ver el fútbol, y hay gente que se desmarca de los grandes clubes para volver a los orígenes. Gente que va del Barça, Espanyol y el Madrid en el barrio, en equipos pequeños.
El St Pauli es un club politizado. ¿Por qué si es tan evidente que el deporte es política existe este mantra que dice que son temas que no se deben mezclar? ¿A quién le interesa que no se mezcle?
[Instantáneamente] N: A la derecha.
C: Todo en la vida es política, cualquier acto social es político. Pensar que el fútbol no tiene nada que ver con la política también obedece a intereses. El Quique Peinado lo dice, la gente de derechas politiza el deporte cuando le interesa para su beneficio, pero encima dicen que son temas que no se deben mezclar. El fútbol es un instrumento que usan los gobiernos, los grupos de presión y los propios aficionados.
N: Las dictaduras del siglo XX han utilizado el fútbol siempre. En Argentina pasó con la selección nacional, el franquismo utilizó el Madrid, la Alemania nazi también lo hizo. ... La gente de derechas esconde una voluntad de crear ideología muy grande, siempre son los primeros que entronizan la exaltación nacional. Una exaltación nacional que a menudo esconde las miserias de los gobiernos. Y a ver: nadie puede decir que los palcos del Barça o el Madrid no son política.
C: De hecho, muchas veces el hecho de no posicionarse también es hacer política. El Barça se ha adherido al pacto nacional por el referéndum y el Espanyol no. Esto no quiere decir que el Espanyol no haga política, significa que está en sintonía con una corriente política determinada.
N: Exacto. No apoyar una voluntad mayoritaria.
C: No posicionarse también es hacer política.
El Barça hizo de cierto contrapoder durante el franquismo —de hecho tiene un presidente fusilado por la dictadura— pero ahora parece que todo el abanico político se reduzca el minuto 17:14, también en el discurso nacional pero sin nada más que eso.
N: De hecho, fue Núñez quien comenzó este proceso de despolitizar el club.
C: Sí, anestesió lo que se hacía desde la grada.
Que lo haga un constructor también nos da pistas de sus intenciones.
C: Sí, es verdad. Pero el Barça para mucha gente es más que un club por un trasfondo político y social. Pero está claro que la directiva no va en la misma línea. No quiere retirar el nombre de Núñez a pesar de haber sido condenado, no quiere hacer un buen homenaje al presidente Suñol, no quita la camiseta colgada en el Palau Blaugrana de un miembro de la Casa Real que ha sido condenado. ¿Esto qué quiere decir? Pues esconde un trasfondo político, de posicionarse a favor de la monarquía y de la derecha más rancia.
N: Del statu quo. El Barça está completamente en sintonía con el statu quo catalán.
C: Absolutamente.
¿Los clubes grandes tienen alguna posibilidad de recuperar ese contacto con la ciudad y la comunidad de seguidores? ¿O ya es una batalla perdida que queda por los equipos de barrio como Júpiter, Martinenc, San Andreu o los equipos de los pueblos?
C: Tienes dos posibilidades: una es intentar empoderar y refundar tu club de toda la vida aunque sea un club grande y profesionalizado con una vorágine comercial desbocada. La otra opción es buscar referentes que encarnan valores que creas que son valiosos en el deporte. La gente se va a buscar los clubes que decías: Júpiter, Europa, Sant Andreu...
N: Cambiar la maquinaria del Barça es muy complicado, como mucho tendrás victorias puntuales con algunas campañas o algunos gestos. Yo creo que la opción de la gente es ir al club pequeño y sentírselo suyo con resultados inmediatos.
C: Va muy ligado al proceso de gentrificación de la ciudad de Barcelona y la expulsión de los barrios. A vueltas: el fútbol es un espejo social.
Ahora el Sankt Pauli es un icono pop como el Che Guevara o las camisetas de los Ramones, iconos que el capitalismo se apropia y de los cuales saca rendimiento. ¿Pasa algo parecido con el St Pauli o aquí en España con el Rayo Vallecano? ¿Existe el riesgo de que nos quedemos con la estética?
C: El tema de los iconos, o de cómo el sistema adopta iconos rebeldes y transgresores, es un hecho evidente. Por otra parte, hay que mirar club a club para ver su impacto. El Rayo no es un club rebelde como club, funciona como una empresa y tiene unos directivos que no tienen nada que ver con su afición. De hecho, están en líneas divergentes. A partir de aquí, es cierto que buena parte de la afición muestra unos planteamientos de protesta y reivindicación, de utilizar la grada como un frente de lucha. Aquí hay un choque, porque esta parte de la afición no tiene una traslación directa a la directiva del club.
N: Pero hay que decir que han conseguido muchas más cosas que la mayoría de clubes. Los postulados al St Pauli los defiende el club y la afición. Al Rayo sólo por la afición. Y la afición no podrá controlar el accionariado del Rayo, y hacen acciones que no incomodan a la directiva. Se pueden ver cuestionados en cosas concretas, pero no ven tambalearse su poder.
Se habla poco del papel de los futbolistas. Es evidente que para un futbolista de élite es mucho más fácil no posicionarse en nada, pero el poder que tendrían ellos sería muy bestia y se ha hecho en contadas ocasiones.
C: Sólo Piqué fue a la manifestación por el derecho a decidir y pareció un gesto muy transgresor. ¡Y creó un gran debate! En una acción completamente natural, porque hay un tabú y un sobredimensionamiento provoca que cualquier gesto pequeño sea muy magnificado.
N: Tendrían un altavoz muy bestia, es un poder importante. Pero al final son futbolistas y forman parte de la lógica y la maquinaria, y sufren y se aprovechan del sistema igual que todos. Yo en mi trabajo lo veo: protestan cuatro. El resto tienen miedo de perder. El mundo del fútbol debe ser similar, todos prefieren no posicionarse y por tanto se quedan las ideas en su casa. Oleguer, por ejemplo, pagó las consecuencias. Y hay que tener en cuenta que son millonarios y tienen un séquito de asesores, es muy difícil que se posicionen.
C: En cambio, en el St Pauli varios jugadores se posicionaron contra el nazismo con camisetas de manera clara y directa. O causas como los refugiados. Son gestos que se echan de menos.
N: Si desde el club se defendiera, sería mucho más fácil por el futbolista dar este paso. Si prácticamente te hacen callar, todo es mucho más complicado.
¿Hay alguna traslación que se pueda hacer aquí? ¿Algún club catalán o español que se pueda parecer al St Pauli?
C: Cada club responde a un contexto determinado. Un club creado en un barrio obrero de Hamburgo en el siglo XIX es difícil de comparar. Pero el Celtic de Glasgow se formó con trasfondo social, nació para recaudar fondos para la gente que emigraba por el hambre en Irlanda. El Livorno italiano tiene una grada comprometida, también el AEK de Atenas o el propio Rayo. Pero el Sankt Pauli es incomparable. Recoge en sus estatutos que es antifascista, antirracista, anti-homófobo y contrario a cualquier discriminación. Son cuatro líneas en un papel, pero ningún otro club lo ha hecho. Estos detalles lo hacen el club menos imperfecto.
N: Probablemente en Catalunya o en España se podría hablar de los clubes de accionariado popular, pero aún no están profesionalizados y no han tenido que sufrir la ley de Sociedades Anónimas Deportivas... Pero son clubes que tienen una acción un voto, a diferencia otros espacios donde es la grada quien pide transformación.
Para terminar, os pido que elijais una palabra.
C, N: Singularidad.
Texto: Oriol Soler
Fotografías: Marc Saludes